Apuntes sobre el sistema estodounidense
A partir de lo expuesto en "The IP Kitten" se señalan varios aspectos del sistema de propiedad industrial de los EE.UU.
Una buena parte del liderazgo de los EE.UU. en sectores como la biotecnología, telecomunicaciones, software, y otros sectores punteros, se explica por la amplia y eficaz colaboración entre el sector privado y las universidades. Esta colaboración sólo ha sido posible tras la entrada en vigor de la Ley Bayh-Dole, a comienzos de 1981.
La Ley Bayh-Dole permitía, por primera vez, a los sectores académico, privado y financiero trabajar de forma beneficiosa para todos ellos desarrollando invenciones y solicitando patentes que serían la base de empresas rentables y generadoras de empleo.
La Ley Bayh-Dole vio la luz en un momento en el que la economía estadounidense estaba en serio declive y muchos dudaban de su capacidad para competir con paises como Japón y Alemania. Recientemente, “The Economist” la ha descrito como la ley individual más importante de los EE.UU. en los últimos 50 años.
Un año después se creo el Tribunal de Apelaciones para el Circuito Federal (CAFC). Este órgano se encarga de centralizar el proceso de apelación sobre patentes y proporcionando una mayor seguridad jurídica a los titulares. De esta forma, se eliminaba la aleatoriedad existente y se daba mayor confianza a las empresas a la hora de invertir dinero en I+D, solicitar patentes y ejercitar sus derechos en caso de violación.
Por encima del estos dos elementos se sitúa el Comisario de la USPTO, designado directamente por el presidente, con amplios poderes para modificar las directrices de examen y para representar internacionalmente los intereses de los EE.UU. en esta materia. Esto, en particular, contrasta con el sistema de la Oficina Europea de Patentes en la que la modificación de las tasas puede llevar años y la elección de su presidente se basa, principalmente, en si tiene la nacionalidad apropiada y habla los idiomas apropiados, más que en su capacidad.
Una buena parte del liderazgo de los EE.UU. en sectores como la biotecnología, telecomunicaciones, software, y otros sectores punteros, se explica por la amplia y eficaz colaboración entre el sector privado y las universidades. Esta colaboración sólo ha sido posible tras la entrada en vigor de la Ley Bayh-Dole, a comienzos de 1981.
La Ley Bayh-Dole permitía, por primera vez, a los sectores académico, privado y financiero trabajar de forma beneficiosa para todos ellos desarrollando invenciones y solicitando patentes que serían la base de empresas rentables y generadoras de empleo.
La Ley Bayh-Dole vio la luz en un momento en el que la economía estadounidense estaba en serio declive y muchos dudaban de su capacidad para competir con paises como Japón y Alemania. Recientemente, “The Economist” la ha descrito como la ley individual más importante de los EE.UU. en los últimos 50 años.
Un año después se creo el Tribunal de Apelaciones para el Circuito Federal (CAFC). Este órgano se encarga de centralizar el proceso de apelación sobre patentes y proporcionando una mayor seguridad jurídica a los titulares. De esta forma, se eliminaba la aleatoriedad existente y se daba mayor confianza a las empresas a la hora de invertir dinero en I+D, solicitar patentes y ejercitar sus derechos en caso de violación.
Por encima del estos dos elementos se sitúa el Comisario de la USPTO, designado directamente por el presidente, con amplios poderes para modificar las directrices de examen y para representar internacionalmente los intereses de los EE.UU. en esta materia. Esto, en particular, contrasta con el sistema de la Oficina Europea de Patentes en la que la modificación de las tasas puede llevar años y la elección de su presidente se basa, principalmente, en si tiene la nacionalidad apropiada y habla los idiomas apropiados, más que en su capacidad.
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